miércoles, 23 de diciembre de 2009

Informativo “El Pulpito” Edicion 05


RESUMEN DE FIN DE AÑO

 

Con la calma de los días que preceden a la noche buena, con el silencio del lugar donde escribo (mi casa) y  que tanto me agrada, con vista a un pequeño bosque que observo desde mi ventana, rememoro los últimos acontecimientos vividos por la promoción XXV  Bodas de Plata.
Cuanto ajetreo se vivió para convocar a los integrantes de la promoción uno a uno, coordinar el lugar, la cena, el decorado, la orquesta, y que todo vaya organizándose en lo  que consideramos  era lo que la XXV promoción debería brindarse en su fiesta de fin de año.
Debo agradecer a toda la directiva, reseño que el  único propósito y nuestra razón, es servir  a nuestros hermanos en todo lo que facilite la unión, la camaradería y la hermandad.
Lo vivido el 7 de diciembre fue sencillamente grandioso, la noche calida se abría, al compás de  una suave melodía de los años 70, y nuestro anfitrión Manuel Garay nos recibía a  los integrantes de la XXV promoción y sus respectivas parejas con un cocktail de pisco sour y un daiquiri de frutas, nuestras parejas eran obsequiadas con un presente de la promoción (escudo del Colegio Militar) quienes lo aceptaban orgullosas.
Los saludos y los abrazos no se hicieron esperar, se dio paso a la ceremonia en la conducción de nuestro Past presidente Toto Terry quien después del saludo dejo en La palabra a nuestro Vicepresidente Raúl Zurita, quien nos dio la bienvenida a la celebración de nuestro 39 años de egresados del CMLP, agradeció a Manuel Garay por brindarnos su casa y  también agradeció a nuestra esposas y a nuestro hijos por acompañarnos en esta noche tan especial.   Se entonaron las estrofas del Himno Leonciopradino, para dejar después en la palabra de nuestro presidente Luis Solari el mensaje de fin de año.
Se hizo alusión a la mística de la XXV , a nuestro compromiso con nuestro colegio,a nuestro resultado como sub campeones de los juegos y a la promesa de campeonar el próximo año en que celebramos nuestros 40 años de haber egresado(bodas de rubí de nuestra Alma Mater, se reconoció en nuestro Coronel Eduardo García el cariño que le profesamos, a tal punto de decirle que siempre será nuestro Capitán.
Después de esto se reconoció en Jimmy Padilla  y se le agradeció en su labor como presidente de la promociona por ser el gestor de lo que actualmente es la XXV en lo que a  cohesión presenta actualmente. Así mismo se le agradeció a Challe Lezameta por sus logros profesionales que distinguen  y enaltecen a la promoción, además de su gran calidad humana. En ambos casos fueron premiados con un presente de la promoción, Después se dio paso a la cena, que consistió en :bocaditos de canapé de cabanosi con chimichurry, rollitos real, y se sirvió la entrada de canelones de ají de gallina (masa de pasta rellenas con pollo escalfado en una fina salsa de crema, gratinada  con parmesano, También se sirvió un pollo a las finas hierbas aromatizado al curry (filete de pechuga de pollo en fina salsa de hierbas frescas y salsa suprema con un toque de curry), arroz al pimiento y de postre clafutti de fresa con salsa inglesa.
Después de la cena se dio paso al baile, desbordado de alegría y las horas nos parecieron cortísima toda vez que la hora loca hizo presa de nuestro ánimo juvenil en toda su magnitud.

Asistieron entre otros promocionales, solicitando las excusas del caso por los involuntariamente dejados de nombrar:

ARANDA MOGOLLON MIGUEL

FIESTAS TEJADA CARLOS EDUARDO

GARAY ESPINOZA MANUEL  

KISNER MARCO

MADUEÑO LUJAN IVAN

PADILLA D'ANGELO JIMMY

SOLARI BOBBIO LUIS

TORRES VALVERDE RICARDO

ACOSTA RIQUELME MARCOS

CAPRILE CARBAJAL ALFREDO

HUATUCO BUITRON HELMER ALCIDES

MEJIA LOPEZ PAUL ROMEL

MILLA ROBERTO

RODRIGUEZ CUADROS JAVIER ERNESTO

SANTA MARIA Y ANGULO ORLANDO CRISTOBAL

BARNETT MUNAYLLA JESUS

MACIAS PEREZ JUAN CARLOS

TELLO NAPURI RICARDO

VIZCARDO VICTOR

ESPINOZA  VASQUEZ CESAR

GOMEZ CARHUAZ MIGUEL ANGEL

HOPKINS DULANTO WALTER

IPARRAGUIRRE DANTE

MEZA CASTRO RUBEN DARÍO

MIYASHIRO ARASHIRO MARCO

SANTANDER  ZAVALETA JORGE EDUARDO

VICUÑA MIANO SANTIAGO EDUARDO

CASTILLO ASTE EVARISTO

CASTRO GOMEZ DE LA TORRE FELIX

EGOAVIL BARATTA MANUEL

MALDONADO PEDREROS MIGUEL

MENDIZABAL MERELLO JULINHO

URIBE POMAREDA EDUARDO

ARBI DUFFI JULIO ALFREDO

GALARZA CUERVO JORGE RICARDO

LAFOSSE QUINTANA JORGE LUIS

MARAVI VIVANCO JORGE

MEJIA SAMILLAN CARLOS

MENDOZA ARTEAGA ANDRES

MIGLIA JUAN JOSE

PALZA JHONATAN HIJO

PALZA LIENDO HENRY

POLO SAMANIEGO CESAR

RODRIGUEZ  CORNEJO GUIDO

VIDALON GEORGE

BUSTAMANTE DELGADO JULIO ABEL

BUSTAMANTE RIVERA KARLA

BUSTAMANTE RIVERA KATTY

HIDALGO PEREZ RAFAEL

PADILLA HERRERA CARLOS

SALAVERRY SHEPUT, LUIS

SARAVIA ZARATE DANTE BERNARDO

SOLORZANO GOMEZ RUBEN

THORNBERRY NAGGY AUGUSTO EDUARDO

BENZA ARIAS LUIS 

BRICEÑO POMAR JUAN

DELGADO AMORIN FELIPE

DELGADO AMORIN FELIPE  (por Manuel E. 6ta)

GALVEZ MANUCCI JOSE LUIS

MENDOZA BROOK MIGUEL

MONTOYA ANGULO ANTONIO

OLANO IDROGO CESAR

PEREZ FOINQUINOS CESAR

SANCHEZ SARMIENTO FRANKLIN

VALLEJO CORTEZ ROLANDO

VARAS HOLSTEIN RODOLFO

VILLANUEVA FERNANDEZ WALTER

ZURITA ARROYO RAUL

Gracias a todos por regalarnos una gran fiesta, preámbulo de lo que será la celebración de nuestra bodas de rubí el próximo año.

Debo de hacer recordar que la labor de un directivo de la XXV promoción es en  favor única y exclusivamente en pro de la promoción, y mencione también el ultimo jueves 17 en la cena de fin de año, que al igual que en la interacción alumno maestro, quien mas aprendía en la enseñanza era el maestro, hacia una analogía pertinente en la función que como  presidente de la XXV me compete y dije que quien mas aprendía era el presidente, ya que este,  aprendía cada día a ser mas presidente y que se luchaba contra las carencias humanas tan propias en estos casos  como la soberbia, la vanidad, la petulancia, el autoritarismo, hechos negativos en un directivo, Siempre estaré agradecido a mis amigos por que lo son realmente, y  encontré un poema de Antoine de Saint Exupery que dice:

Amigos míos, tengo tanta necesidad de su amistad.

Tengo sed de compañeros que respeten en mi,

por encima de los litigios de la razón,

el peregrino de aquel fuego.

A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido,

y descansar, mas allá de mi mismo,

en esa reunión que será nuestra.

Hallo la paz, mas allá de mis palabras torpes.

Mas allá de los razonamientos que me pueden engañar,

ustedes consideran en mi simplemente al hombre,

ustedes honran en mi al embajador de creencias,

de costumbres, de amores particulares.

Si difiero de ustedes, lejos de menoscabarles,

les agradezco.

Me interrogan como se interroga al viajero, yo,

que como todos, experimento la necesidad de ser reconocido,

me siento puro en ustedes y voy hacia ustedes.

Tengo la necesidad de ir donde soy puro.

Jamás han sido mis formulas, ni mis andanzas

las que les informaron acerca de lo que soy,

si no que  la aceptación de quien soy

le ha hecho necesariamente indulgente para con esas

andanzas y esas formulas.

Les estoy agradecido, por que me reciben tal como soy,

¿Qué me he de hacer con amigos que me juzgan?

si todavía combato, combatiré un poco por ustedes

tengo necesidad de ayudarles a vivir.

Deseo saludar a toda la  promoción por navidad vaya un fuerte abrazo para ustedes y sus familias, y desearles asimismo un extraordinario año 2010 en donde los mas caros anhelos les sean realizados, FELIZ AÑO NUEVO

Luis Alberto Solari Bobbio

Presidente de la XXV Promoción


Web: 
          www.cmlpxxvpromocion.com
Blog:            http://cmlpxxvpromocion.blogspot.com


 

lunes, 21 de diciembre de 2009

Mensaje de Juan Macias


Queridos hermanos de la Gloriosa XXV Promoción del CMLP

Alistando mis maletas para partir hacia Venezuela para pasar las fiestas de fin de año junto a mis nietos Adrián Jesús y Diana Carolina, mis hijas Pamela y Kelly, mi yerno Reinaldo y mi jefa y querida esposa Martha, no puedo simplemente partir sin dejarles unas palabras.

Como muchos de ustedes saben este año ha sido para mi de grandes y drásticos cambios, después de 31 años viviendo en Venezuela tome le decisión de regresar a mi tierra, por motivos que seria muy largo de explicar aunque se que muchos los saben y otros lo imginan.

A nuestra edad ese tipo de cambios no son fáciles, comenzar desde cero a los 57 años no es igual a cuando lo hice a los 25 años, sin embargo, en este traumático cambio he recibido desde el primer día de mi llegada en forma totalmente desinteresada y espontánea muestras de apoyo, respaldo, de buenos deseos, de ayuda y un largo etcetera de muchos de los miembros de nuestra promoción.

Las agradables reuniones de los jueves me ayudan a olvidar por momentos los problemas por los que necesariamente paso durante este proceso. Se percibe una sensación de verdadera camaradería y sincero interes por la situación de los presentes. Conversamos cosas serias, bromeamos, cantamos, cenamos y por supuesto nos tomamos unos tragos. Y hablando de eso debo manifestar que con mucho agrado puedo observar que ni uno de los presentes se dedica a pasar la noche emborrachandose, todos tomamos nos alegramos pero hasta allí llega la cosa. Mis felicitaciones por eso.

Hace unas 2 o 3 reuniones en un momento dado, nuestro querido presidente Luchito Solari me dispara "A quemaropa": Y tu por que asistes a estas reuniones??, debo reconocer que me agarro (como dirian en Venezuela) fuera de base, es decir desprevenido. Después de unos segundos y pasar saliva 2 o 3 veces tratando de armar una respuesta, dije entre otras cosas algo como esto: Me gusta venir porque siento el apoyo y el cariño de todos los asistentes y por un fenómeno que me llama mucho la atención y se trata de que si nos ponemos a ver la mayoría de los que aquí estamos en realidad NUNCA fuimos amigos, es muy probable que en los 3 años de permanencia en el colegio mucho de nosotros quizas ni siquiera nos hallamos hablado una vez, sin embargo nos encontramos ahora después de 40 años y sentimos por nosotros un aprecio especial solo por el hecho de pertenecer a una misma promoción y haber vivido 3 años de nuestras vidas en un mismo colegio y bajo unas condiciones poco comunes (para cualquiera que no haya estado en un colegio militar, por supuesto) y en una época de nuestras vidas tan importante como es la de la adolescencia y juventud.

Esas condiciones nos hacen sentir cariño por las otras personas con las que compartimos esas experiencias aunque no hayamos sido amigos y AHORA es que se están formando esas amistades.

En mi caso he hecho amistades todas nuevas, con excepción del zancudo Ricardo Tello y del caballo Víctor Vizcardo, que eran de mi sección, después todos los demás son amigos nuevos y soy muy feliz de tenerlos.

Aunque no todo puede ser bueno, debo presentar mi reclamo por la apropiación indebida del área de cocina de los mafiosos de la 1ra, encabezados por el Cabezón Aranda que con el cuento de que es el dueño se cree con derecho a adueñarse de las ollas, seguido por su inseparable Brasilero Fiestas (que parece que esta fugado de brasil, porque tiene tiempo diciendo que ya se va, pero allí sigue) y por supuesto comandados por el chino Garay que haciéndose el loco es el capo de esa mafia. Así que a ver Sr. Presidente si les pone mano dura para que a partir de ahora se sitúen en el área de la vereda.

Mención especial tiene para mi la peña que se arma con nuestro querido guitarrista de la 11va el popular care Cuy quien acompañado en el cajón por el negro Bustinza hacen las delicias de la noche y ni se diga de nuestro querido BOMBA que hace llorar la guitarra pero no por la sensibilidad con que toca sino porque rompe las cuerdas y llena de sangre el ambiente por su particular forma de tocar. Y no puedo dejar de mencionar (aunque se que provocara la burla de nuestro querido Raúl) que cuando agarra la guitarra nuestro Genio Eduardo Uribe (persona de gran calidad humana), aquellos que tenemos el corazón débil nos ponemos a vibrar a punto del infarto (con cara de carneros degollados).

Quiero agradecer a Mario y a Rubén por su automática ayuda la cual me fue ofrecida con solo mencionarla.

Y por supuesto a nuestro muy querido Rolando Vallejo, quien si es verdad que no asiste con regularidad ha sido para mi de ayuda y apoyo, gracias.

Y ya que caí en la (riesgosa) tentación de enumerar por nombres debo también mencionar al muy querido Lucho Cuadros, quien no asiste a las reuniones pero ha sido para mi de mucha ayuda cada vez que lo he buscado por cuestiones del banco.

La mula Santander, me ha brindado su apoyo desde que llegue, siempre lo he sentido cercano.

El caso de Iván Madueño demuestra con claridad lo de la amistad actual sin habernos conocido nunca en el colegio, podría asegurar que en el colegio nunca nos hablamos, sin embargo ahora nos hemos identificado muy bien.

También Felipe y Vidalón fueron muy amables al invitarme a sus fiestas de Ayacuchanos, gracias por tenerme en cuenta.

Y no quiero terminar sin unas palabras para mi hermano Mozo Balaguer, el si fue mi amigo en el colegio y ahora por supuesto que continua siendolo, lamentablemente es un flojo (siempre fue un flojo) y no va a las reuniones, pero la única vez que lo he visto después que regreso de USA, lo sentí muy cercano y me emociono verlo tan bien así como a su querida esposa Kenka, a quien tengo el honor de conocer desde el colegio america. Conocí también a sus hijos los cuales me parecieron muy buenos muchachos.

En fin he pasado tantos lindos momentos en estos nueve meses de permanencia en Lima durante nuestras reuniones que me han ayudado mucho sobrellevar la ausencia de mi familia.

Bueno queridos hermanos, no había tenido la intención de hacer esto tan largo, pero así salio, que le vamos a hacer.

Disculpenme aquellos que no he mencionado.

Y por irónico que parezca hasta ahora no he dicho nada de lo que fue el motivo para empezar con este escrito, y es como se imaginaran darles mis mas sinceros deseos de que esta navidad los encuentre ante todo con salud, en segundo lugar con mucho amor familiar y en tercero con mucha plata para que puedan celebrar en grande.

Y que el año 2010 sea de éxitos y que sus metas sean alcanzadas y que aquellos que no tienen nietos, pues les deseo que los tengan para que vean ese maravilloso regalo que nos tiene guardado Dios para cuando nos ponemos mayorcitos.

El día 16 de enero Dios mediante, estaré regresando a Lima.

Un fuerte abrazo para todos.


Juan Carlos Maciasrder="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5417686241383373170" />

domingo, 20 de diciembre de 2009

Fiesta de Gala 2009

Querida Promoción: Adjunto les envío las fotos de la noche de ayer en la que la excelente organización y poder de convocatoria de nuestra Directiva, nos permitió disfrutar de una excelente fiesta en la que primó la camaradería y hermandad leonciopradina, vaya pues mi agradecimiento y el de mi dama para ellos y para todos los promocionales por esa noche inolvidable, agradecimiento que hago extensivo a Manuel Garay y esposa que nos soportaron hasta la salida del sol. Un fuerte abrazo y ojalá la directiva pueda hacer una fiesta de carnavales, ya que a pesar del cansancio nos hemos quedado con las ganas de seguir bailando y cantando con la Orquesta de Roberto Milla. Gracias a todos ustedes Santiago Vicuña Miano

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Colaboracion de Cesar Mendizabal Merello(Julinho)

LA VERDAD FUE, QUE NUNCA NOS ABURRIAMOS

JAIME ARIAS CONGRAINS

Médico Psiquiatra

 
 

Resumen: El autor nos deleita al hacer un recuento histórico del modo cómo jugaba la niñez de su generación a diferencia de la presente. Parece ser la fuerza de la nostalgia de su infancia la que le ha permitido reconstruir las actividades y juegos de su época con la finalidad de poderlas compartir con las nuevas generaciones.

 
 

De tanto ver como los niños de ahora, sólo pueden divertirse con juegos que tengan un mínimo de 400 megabytes de tamaño, no podemos evitar recordar nuestra infancia en la que el único programa disponible eran los meses del año. Nosotros disponíamos de un cronograma fantástico de juegos y actividades, cuya secuencia por cierto no es difícil recordar ahora. Nuestra intención es transcribirlos para compartirlos con las nuevas generaciones, para que comparen los juegos de sus computadoras con el espacio infinito en el que volaba nuestra niñez.

Antes de empezar con la descripción de los juegos, debemos señalar que cuando niños, todos teníamos "un barrio" y un "chino de la esquina", este último, era el proveedor acucioso de cuanto insumo requiriéramos para el juego de turno y a quien siempre encontrábamos con su cigarrillo Inca o Nacional Presidente que le colgaba del labio, con una ceniza infinitamente larga y que nuca vimos caer.

Una cuestión previa, es el asunto de la regida o chuzada de manos, ("te la rijo o te la chuzo") que era l forma como decidíamos quien tomaba la iniciativa en cualquier juego; el regirla o chuzarla no era otra cosa que el japonesísimo enfrentamiento de manos que se manifestaba en el despliegue de figuras de piedra, papel y tijera. Se podía regir a la primera (a la seca) o a la tercera (a la yankenpó) según se considerase el que ganara en una sola chuzada de manos o el que ganaba más en tres, respectivamente.

El juego más universal sin lugar a duda fue el de las bolas (existen evidencias que ya se jugaban a fines del Neolítico), las mismas que eran de vidrio con incrustaciones de colores dentro, como ojos de gato, o blancas con manchas (lechera).

La que mejor suerte daba para la puntería era llamada la "lecheronga"; existían además unas bolas más grandes llamadas "cholones" pero nunca las vimos participar en ningún juego especial, excepto para quiñar bolas, eran como obesas que "observaban" a las bolas normales jugar. Todas las bolas se guardaban en una bolsa de tela color tierra de lo más ecológica, con su lazo que la cerraba. Había dos juegos principales, -el primero era el del chimpli con sus dos variantes el chimpli puro y el chimpli con cuarta. Ambas variantes consistían en quiñar la bola del adversario, maniobra que exigía de mucha  suerte y algo de puntería. Se diferenciaban en que en el chimpli con cuarta, usábamos la medida de un palmo de la mano para acercar la propia bola a la del adversario; si tratábamos de hacer trampa haciendo la cuarta mas larga o adelantando la bola maliciosamente, nos acusaban de ser langueros: que no debíamos hacer langonas. También podía acordarse decir salí o no, antes de cada tirada. Si no se deseaban hacer una tirada definitiva sino una prueba, había que decir versa o versito. Si la bola quiñadora fallaba al quiñar bola adversaria y quedaba a menos de una cuarta de distancia, la bola que iba ser quiñada se convertía en quiñadora aplicando uno de dos severos castigos: la tirada a la Luna o la patada a la China. La tirada a la luna consistía en golpear con el dedo mayor flexionado la propia bola, la misma que estaba detrás de la castigada, sujetadas ambas bolas entre el índice y el pulgar, todo ello conjuntamente con un movimiento pendular del brazo hacia adelante, y se disparaba al mismo tiempo nuestra bola contra la del adversario la que salía disparada ya que sujetábamos nuestra bola con las puntas de los dedos índice y pulgar impidiendo que siga el vuelo de la otra, con una envidiable coordinación psicomotora. La patada a la China era similar a la de tirada a la Luna, pero algo más fuerte, ya que se ponían las dos bolas debajo del zapato, y se pateaba la propia bola contra la del adversario y se retenía la propia en el zapato impidiendo que siguiera a la otra en su viaje a la China. Sin embargo existía una regla que permitía una especie de clemencia, por medio de la cual quien iba recibir uno de los mencionados castigos, solicitaba que se le aplicase el de la media chalaca o de chalaca de tu tamaño, según se arrojaba la bola quiñadora contra la bola adversaria, desde una altura de medio cuerpo o de cuerpo entero respectivamente, para este fin se empleaban los cholones.  Se decidía que castigo se aplicaba, según quien fuese el jugador que mencionara el nombre del castigo deseado al momento de constatarse si la bola estaba a menos de una cuarta de distancia. Si por asuntos del juego, la bola atacante quedaba pegada a la atacada, eso se llamaba plantón, fatalidad que convertía al quiñador en víctima de cualquiera de los castigos mencionado, según se hubiese acordado previamente. Por lo general una recibía el quiñe o pagaba con una bola que no era la lecheronga. El juego de las bolas llegaba a su máxima expresión en el juego de los ñocos, en el que a la  justicia de las reglas descritas se le agregaba un comienzo y final fijo. Los ñocos eran unos agujeros hechos en la tierra de unos 10 cm. de diámetro y con 2 a 3 metros entre cada uno; si las distancias eran menores de un metro, entonces los ñocos eran del tamaño de la bola. El juego consistía en embocar la bola primero en el ñoco mas lejano, luego en el siguiente en cercanía y así sucesivamente hasta completar 3 vueltas (eran las raíces de los raylles todo terreno), podían ser ñocos con cuarta o sin cuarta, según se permitiera o no usar la palma como medida de distancia del punto de partida inicial de cada lanzada desde el ñoco.  Si un jugador no había embocado ningún ñoco, era llamado moro; si ya había pasado una vuelta era llamado zapatero y si ya se iba a la última vuelta se le decía que cerraba. Solo había un tiro por jugador por vez, uno podía obtener un tiro adicional si lograba quiñar la bola del otro, lo que además alejaba al adversario de los ñocos. Se podía hacer malilla, esto es enunciar una frase para darle mala suerte al adversario: Por aquí pasó Pilatos, haciendo mil garabatos. El juego terminaba cuando uno de los jugadores terminaba primero el circuito  y cobraba las respectivas bolas a los adversarios.

El juego del trompo (a quien ya Virgilio le canta un poema en la Eneida) era realmente bello. Se iniciaba con la compra del trompo en el chino de la esquina, trompo hecho de huarango o naranjo, se le lijaba con lija fina y se le pintaba con franjas de colores, la punta era acentada raspándola contra el cemento de la vereda: se le ponía sedita, para que el trompo no saltase al bailar: no fuera carretón. Podíamos tener trompos con puntas afiladas o con punta de hacha (como un formón), los mismos que se usaban para sacar quiñes a la volada o en el castigo final del juego de la cocina, respectivamente. Luego se conseguía una pita de pabilo trenzada que también se vendía en el chino. Lo primero era aprender a bailar el trompo, esto era enrollar la huaraca alrededor, la misma que tenía un nudo en un extremo, que retenía una chapa perforada de gaseosa, lo que permitía retener la huaraca entre el dorso del pliegue interdigital del anular y meñique. Luego se arrojaba al trompo con arte y oficio para que una vez que el trompo llegaba al extremo de la huaraca, se jalaba ésta. Esta acción volteaba al trompo y caía de punta, lo que nos daba las primeras clases de las acciones de las fuerzas centrípetas y centrífuga. Podían hacerse habilidades con él: levantarlo con el índice a la palma de la mano y verlo bailar en ella, arrojarlo sobre una moneda para sacarla de un círculo en la tierra o en el cemento, pararlo en la mano sin que toque el suelo: pararlo a la volada, maniobra algo difícil pero no tanto como hacerlo bailar a lo largo de la huaraca. También podíamos jugar a los quiñes, arrojando el trompo sobre el trompo chantado del rival o luego de recoger el trompo con la mano, arrojarlo sobre el otro. Debido a que los quiñes al trompo chantado no saciaban nuestros angelicales impulsos sadistas, se ideó el juego de la cocina en el que arrojábamos nuestro trompo, que bailaba en la mano, de manera que empujábamos al trompo chantado hasta un lugar dibujado en la tierra: la cocina, y si uno fallaba en uno de los lances uno quedaba chantado a su vez. Una vez que algún trompo llegaba a la cocina era objeto de un número de quiñes previamente convenidos; estos quiñes podían darse golpeando el dorso del trompo  para, a  manera de punzón, sacarle un pedazo de madera al trompo cocinado: una lonja. Solía suceder que algún amigo tenía su bolsita o caja de trofeos, en donde guardaba las lonjitas sacadas de los trompos "enemigos". El golpe se podía dar con la mano con una trompo normal o con un trompo grande ad - hoc (con las púas especiales ya descritas) o darlo con una piedra, lo que hacía posible llegar a partir en dos al trompo rival, cuyo dueño posiblemente soltaría desconsoladas lágrimas. Si bien el juego de la cocina tal vez parecía ser bastante sádico, por lo general uno usaba un trompo distinto para chantarse y otro para jugar, por lo que la tragedia no era tan grande.

Tal vez el más simple de los juegos, era el de los cartones, que eran las tapas de cartón en que venían las botellas de vidrio de la leche (PLUSA, UPA, por ejemplo), que eran sabiamente prensadas y secadas al sol. Uno juntaba todas las que podía, para luego jugar con otro amigo contra sus cartones. El juego consistía en que uno ponía su cartón: lo chantaba, encima de una de las tapas de hierro fundido, de las cajas de los medidores de agua, las mismas que tenían unos rombos en alto relieve equidistantes, de tal manera que siempre el cartón quedaba con un borde levantado, ante lo cual el adversario arrojaba su cartón de canto, procurando darle al cartón chantado en el borde para voltearlo con el golpe, si no lo lograba - ley de la vida - tenía que quedarse chantado y era a su vez susceptible de ser volteado, pero si lo lograba se adueñaba del cartón, y así sucesivamente. Esas manos negras del juego tal vez fueron nuestras mejores inmunizaciones. Recientemente ha aparecido una versión modera de este juego (taps), ahora son discos de plásticos de dos pulgadas de diámetro con figuras estampadas a ambos lados y para voltearse los unos a los otros se arrojan cara contra cara. El juego de los cartones, ha tenido su origen en un juego similar que tendría 600 años de antigüedad y que se empezó a jugar en el Japón, y que al ser llevado a Hawai en el siglo pasado, fue adaptado para jugarse con las tapas de las botellas de leche.

Otro juego era el del run - run. Con un hilo de pabilo ensartábamos las tapas de botellas gaseosas: chapas o chapitas, que previamente se habían aplanado y biperforado con un clavo, de esa manera en medio del óvalo del pabilo quedaba la chapa, con sus bordes dentados y cortantes, sujetábamos al pabilo en sus dos extremos con los pulgares, luego girábamos en círculo al pabilo trenzándolo y al darle un movimiento de vaivén, comenzaba a girar la chapa a una velocidad vertiginosa, emitiendo un ruido característico y divertido, el mismo, que solamente la física de la universidad pudo convencernos, que se originaba en el pabilo y no en la chapa. Si queríamos emociones más fuertes, podíamos fantasear con una guerra de run - runes, en la cual los dientes de las chapas se convertían en sierras voraces con las que se podía cortar el pabilo del run - run adversario. Nunca en realidad lo jugamos de esa manera, ni vimos nunca una guerra de run - runes, como si la terrible advertencia familiar de niños tuertos por esas chapas voladoras, hubiese sido parte del juego y el run - run del sonido era la música con que nuestra imaginación acompañaba a la escena de la desgracia, cada vez que hacíamos un run - run para nunca hacer la guerra.

En cuanto al juego de los boleros había dos tipos. El primer tipo era el bolero de madera, que consistía de un palo con una bola hechos de madera con una artesanía perfecta: torneado, pulido y laqueado. No sabemos por qué, pero se  le adjudicaba la nacionalidad mejicana. La bola estaba unida por un pabilo al centro del palo y había que embocar el hueco de la bola mediante un balanceo pendular en la punta del palo, algo moderadamente difícil, pero que luego de algunos chinchones en la cabeza, podíamos aspirar a dominar. La siguiente habilidad consistía en embocar y desembocar el bolero con la pita acortada a la mitad y repetir la maniobra sucesivamente. Ganaba quien hacía más embocadas. El segundo tipo era el bolero de plástico, que consistía en una copita con una bolita unida por un pabilo, (los dioses en nuestra infancia eran el dios pabilo y la diosa tierra). No recordamos haberlo comprado, ya que solían venir como sorpresas dentro de los huevos de chocolate de Semana Santa. La maniobra consistía en embocar la bola en la copita, maniobra relativamente fácil, que de alguna manera indemnizaba a los que nunca pudieron dominar al bolero de madera.

Un juego sencillo consistía en hacer un teléfono de lata. Se unían dos latas de leche por medio de un pabilo largo, a cada una se le perforaba en el medio de una de sus bases y se le destapaba la otra. Total nos las pasábamos todo el tiempo diciendo a través del lado destapando ¿me oyes? y el otro lado respondía también ¿me oyes?

Ya un poco más complicada era la radio galena, que consistía en una radio artesanal, que contenía todos los elementos básicos de una radio transistorizada. La parte más difícil de conseguir era la piedra galena, que era por así decir un transistor natural, ya que tenía la capacidad de convertir las ondas de radio en impulsos eléctricos que a su vez estimularan un audífono (similar a los usados por operadores de radio de los aviones o barcos de la segunda guerra mundial). Ya con la piedra galena y el audífono, solo necesitábamos de un condensador variable que proviniera del cadáver de un radio de tubos y un diodo, este último me parece que lo vendían en las ferreterías (¡!). Primero un alambre que hacía de antena, luego el diodo, luego el condensador variable (sintonizador), la piedra galena y al final los audífonos, y así en un área de un libro mediano, teníamos nuestro radio portátil de la época. Si no teníamos el condensador variable, se podían sintonizar diferentes estaciones, cambiando el punto de contacto del alambre de cobre sobre la piedra galena. Está  demás decir que la calidad del sonido era horrorosa.

Pero el centro de la casa la constituía el radio de tubos tan grande como un televisor de ahora, con un tremendo parlante, un ojo mágico de sintonía y un dial con solo AM y en donde escuchábamos, la Voz de América (...la radio del Nuevo Mundo...), el Mundo en 10 minutos, el reporter Esso, La Cajita de Música y la Hora de la Melodía (¡Que tal amigos, les habla Jorge Pelaez Rioja...), Un programa de música italiana a mediodía (¿?), Tamakum: el Vengador Errante, Poncho Negro (Aquí viene Poncho Negro, el jinete más valiente y más audaz...), El Monje Loco, Tarzán, Los Cuentos de las Mil y Una Noche, El Zorro Iglesias (...y al pobre Fernández, se le dijo, se le avisó, pero no hizo caso...), Loquibambia (para recontramatarse de risa), La Escuelita Nocturna, Radio Club Infantil (¿Maruja Venegas?), el Programa del Tío Johnny (Johnny Salim) con sus cuentos narrados para niños y las canciones de Cri - Cri el Grillito Cantor (Gabilondo Soler), Pregón Deportivo (¿Oscar Artacho?), Radio Reloj, Radio Victoria (Carreras de Caballos de Augusto Ferrando), a las 7 p.m. transmitían "Los Colosos del Catch" desde el Coliseo cerrado del Puente del Ejército (con las luchas del Yanqui contra la Momia, etc.) hasta la telenovela El Derecho de Nacer con Albertito Limonta y un sinnúmero de seriales.

También comenzamos la onda reproductora de música con el tocadiscos a cuerda y su altavoz y su aguja de acero que cuando se gastaba la volvíamos a afilar con una lija. Los discos eran sólo de 78 rpm de bakelita y con una canción por lado.

En cuanto a lecturas, éramos insaciables lectores de las revistas de historietas o chistes: Pato Donald, Rico MacPato, Ciro Peraloca, Daisy y sus 3 sobrinos, El Lobo Feroz y lobito, Tribilín, Pluto, La Pequeña Lulú, Periquita, Tuco y Tico, Chip y Dale, Superman, Batman, Dick Tracy, La Mujer Maravilla, Mandrake el Mago, Porky, el Pájaro Loco, Lorenzo y Pepita, Archie, Tom y Jerry, Piolín y Silvestre, Los Halcones Negros, Kid Dinamita, Supercholo, etc.

En cuanto a  actividades recreativas teníamos la matinée del domingo, en la que se iba al cine de barrio donde la entrada costaba sólo S/.2.70 (nuestras monedas eran el chico: 1 ctvo., el gordo: 2 ctvs. el medio: 5 ctvs. el real 10 ctvs y la peseta 20 ctvs), así que si uno conseguía S/. 5.00 de propina se la pasaba bomba con su chocolate sublime doble o su turrón D'Onofrio (la antípoda de los turrones de almendra de Jijona) o sus Muniches (pasas bañadas en chocolates) o los toffees Vrovi, y nos alcanzaba para por lo menos dos de dichos dulces. Antes de cada película siempre nos pasaban 15 minutos de dibujos animados, si esto no se cumplía, pues toda la chiquillada comenzaba a zapatear en el piso hasta que se pasara el corto, (¡que INDECOPI, ni que Derechos de del Consumidor ni Defensor del Pueblo ni nada!). Veíamos todas las películas mejicanas habidas y por haber, las de caballería americana, en las que siempre al final la caballería aparecía para rescatar al joven y toda la platea zapateaba y aplaudía y gritaba o donde el final era un beso con un THE END encima, etc. También disfrutamos del Drive In o autocine donde se iba con toda la familia en carro a ver por ejemplo Drácula con Christopher Lee. Ya más adelante lo máximo era ir al Cine Metro, República o Roma y ya eran películas a colores y en estéreo.

Ya que estamos en eso de los dulces lo máximo era un Pezziduri de a litro en el PARISI de la Plaza Bolognesi que era hecho de vainilla, lúcuma y chocolate. En la carretilla D'Onofrio comprábamos el Pibe que era un conito de papel con helado de vainilla dentro que era consumido hasta chuparse todo el papel y convertirlo en una bolita diminuta. También teníamos el Alaska que era de vainilla forrado con chocolate y la Cassata similar al Pezziduri pero con forma de triángulo paralelepípedo con fruta confitada en el medio. También habían los que vendían revolución caliente (para rechinar los dientes), turrón amarillo con miel, sanguito (¿?), cocoliche (arroz con miel prensado en forma de paralelepípedo o suelto en canutos), la melcocha (un dulce de caramelo con ¿? rompe dientes), la manzana ácida con su baño de caramelo rojo, el arrocillo, el pop corn o palomitas de maíz, el algodón de azúcar, la gelatina china (gelatina neutra con miel de chancaca), yuquitas fritas, cachangas (tortilla crocante de huevo, harina y miel), la cocada o el coquito confitado, las habas, el maní o el maní confitado, etc.

Una actividad normal e infaltable en el día, era el lonche que consistía en tomar Milo o cocoa con leche fresca o Gloria y su chancay con mantequilla. Esto en verano era entre las 4:30 y 5:00 de la tarde, hora exacta en que pasaba el panadero. Como siempre que caía dicha hora en lo mejor de los juegos  nos hacíamos los sordos, por supuesto nos caían los gritos de la mami o de la muchacha.

Una actividad deportiva importante eran los partidos de fútbol en la calle (casi siempre desértica).  Por lo general aquel cuyo padre tenía carro, solía ser el dueño de la pelota, y era el amo y señor indiscutible de las vicisitudes del partido. De ahí provino la frase que hasta ahora se usa: "se cree dueño de la pelota". Un peligro importante era la presencia del patrullero ("patuto") que a falta de asaltantes de banco, de secuestradores y terroristas, se dedicaba al ignominioso oficio de decomisar las pelotas de los futbolistas. (A la voz de ¡patuto! ¡patuto! el que estaba con la pelota cerca, la recogía y emprendía la huida junto con el resto de los compañeros). La pelota podía ser de jebe o de trapo (hecha con medias y una piedrita o papel en el medio de base.)

Otras actividades eran las relacionadas con la caza y la pesca. La pesca se hacía con un alambre en forma circular que tenía un mango cuyo diámetro era de unos 20 cm. al que se le sujetaba un pañuelo o tela a manera de red. Con eso pescábamos pececitos de la laguna del Parque de La Exposición o del Olivar o de Barranco, y luego los criábamos en peceras hechas con frascos grandes de vidrio en que venían las galletas. Las cuculíes de los parques eran cazadas con hondas, que confeccionábamos con horquetas obtenidas de la rama de algún árbol y con una tira de cámara que el generoso llantero solía regalarnos, en la parte del medio del jebe poníamos un pedazo de cuero donde iba la piedra. Ya un poco más tecnificados podíamos cazarlas con escopeta de perdigones, pero como siempre corrían el peligro de ser decomisadas por los guardianes Municipales de los parques.

Una de las actividades en el Parque de la Exposición era recolectar boliches, que eran los frutos del Boliche: un árbol grande y frondoso. Este fruto tenía una cáscara marrón  que se usaba para lavar la ropa blanca. También jugábamos a carreras en las acequias ya sea con palitos o empleando un botecito hecho de papel o mas elemental aún con una hoja cuya pecíolo doblábamos y clavábamos en la vaina, obteniéndose así, una versión cubista de un velero pero ligero y flotador. También en las lagunas de Barranco y la Exposición (donde además habían patos y cisnes) y el Olivar, alquilaban botes de remos a los que siempre les entraba un poco de agua

En cuando a colecciones, solíamos juntar e intercambiar chelis en el barrio o en el colegio. Eran pedazos de películas de 35 mm., que conseguíamos en los cines, las mismas que eran  sobrantes de las películas que cortaban. Eran objeto de intercambio y solíamos adivinar el significado de la escena del mismo. Igualmente juntábamos chapitas, en especial las de Kola Inglesa que al parecer las hacían reciclando chapas, ya que cuando limpiábamos la tapa pintada de rojo con kerosene, aparecían otras impresiones debajo de otra marca de gaseosa americana. Por supuesto que también coleccionábamos álbums que llenábamos con figuritas de animales o banderas de países y que eran objeto de un intenso intercambio en el barrio o en el colegio, hasta llenar el álbum respectivo.

Dentro del colegio había la guerra con liguitas en la cual una liga era enganchada entre los dedos índice y pulgar a manera de honda. Usábamos como proyectil un cuadradito de papel de 5 cm. de lado enrollado firmemente por una de sus esquinas y doblado en el medio. Ya un poco más tecnificados hacíamos unas horquillas con alambre y con la liga como honda.

Un juego adecuado para jugarlo en plena clase, era combate, en el que mediante coordenadas alfanuméricas ordenábamos ataques contra barcos y portaviones dibujados con cuadraditos en un gráfico. Si un ataque nuestro  daba en el blanco o no, se nos informaba e íbamos reconstruyendo en un mapa guía, la ubicación de las naves adversarias y a cada turno nuestro, le seguía un turno del adversario, y así sucesivamente. Un juego también para dentro de la clase y cuyo nombre no recordamos (¿tutti frutti?), el cual consistía en la confección de columnas, cada una de un género de cosas distintas, tales como nombre, país, animal, etc., y por turnos uno proponía una letra, la cual era la indicada para ver quien llenaba sus columnas mas rápido con sustantivos que comenzaran en dicha letra.

Confeccionábamos pistolas a partir de ganchos de colgar. Estos eran desarmados y de manera ingeniosa cortábamos un extremo de una de las pinzas, las volteábamos y poníamos el resorte de forma que se enganchaba en una ranura y ambas pinzas de sujetaban entre sí con una liga gruesa (de las que se usaban para sujetar las medias). Entre las pinzas se colocaba un palo de fósforo (que podía ir encendido) y al apretar el resorte el extremo del mismo, sujeto por la ranura, se soltaba y disparaba al palito. Pero sin duda el arma más potente creemos que era: el cañón de pepa de palta, que consistía en una carga de lapicero de metal que había sido previamente limpiada y cortada la punta; seguidamente con cada uno de los extremos se hacia un sacabocado en una pepa de palta, de manera que quedaba taponeado en sus dos extremos, luego se introducía con rapidez un alambre duro por uno de los extremos taponeados como una acción de pistón, lo que hacía que el tapón del otro extremo saliera disparado, y esa "bala"  era la que más dolía en las distancias cortas. Hacíamos también dardos con palos de fósforos. Se amarraban cuatro palos de fósforos con hilo, y en un extremo se le ponía una aguja y en el otro se le insertaba una cheli doblada que hacía de las alas del dardo. Con ellos practicábamos el tiro al blanco.

Existió un personaje al que llamábamos truquero, quien solía vender todo tipo de bromas y pasatiempos como las bombitas apestosas (con anhídrido sulfhídrico), caleidoscopios, etc. pero cuyo producto de venta más impresionante  eran sus globos, que el mismo fabricaba en la vereda con su mini laboratorio, en donde reaccionaba al ácido sulfúrico con las granallas de zinc, y el hidrógeno naciente de un solo viaje inflaba al globo.

Había un juego que se llamaba Mundo o Rayuela (que al parecer es bastante antiguo, universal y con diversas variantes). Era un juego por lo general mixto, con dos o más jugadores, y en el cual con una tiza o con un pedazo de yeso sacado de alguna pared, se dibujaba en la vereda una serie de cajones o cuadrados de 50 cm. por lado, uno después de otro, numerados el primero con el número 10, el segundo con el 20 y así hasta llegar a un círculo de unos 80 cm. de diámetro que valía 100 puntos. Los cajones 30 y 40, y 70 y 80 estaban uno al lado del otro y separados por un rectángulo de 50 cm. de largo por 10 cm. de ancho, y con el dibujo de una culebra estilizada en el medio, a este casillero se le llamaba culebrón o culebra. Para jugarlo utilizábamos generalmente unas "tejas" que se podían hacer con: cáscaras de plátano chancadas y dobladas, planchas de plomo de 4 x 2 cm. fabricadas a partir de pedazos de tuberías (nunca fue nuestra preocupación la intoxicación por plomo) o con tallos de geranios de 4 cm. de largo (chancados con un zapatazo violento pero calculado). Por turno el primer jugador arrojaba su teja al casillero 10, lo saltaba con un pie, e iba pisando con un pie los restantes casilleros, cuando llegaba a uno de los casilleros dobles ponía un pie en cada uno y así sucesivamente, hasta llegar al Mundo donde daba la vuelta y al regresar recogía la teja. Luego el segundo jugador hacía lo mismo. Para el siguiente turno ya se arrojaba la teja sobre el casillero 20 y así sucesivamente. Se consideraban  faltas el que la teja tocase algún borde delineado con tiza o que no se achuntase al casillero correspondiente o que se pisara con los dos pies un casillero de un solo pie. El castigo consistía en la pérdida del turno en esos casos, pero si uno pisaba el culebrón o si caía la teja en él, se tenía que empezar otra vez desde el casillero 10. Cuando se completaban todos los cajones, uno tenía que "cerrar el cajón" que consistía en pararse de espaldas al trazado del Mundo y tirar la teja por sobre el hombro. Si la teja caía en un cajón, ese cajón era "cerrado" con el nombre de ese jugador, dibujándole con la tiza un cuadradito de 10 cm. de lado en la esquina superior derecha. Si la teja caía fuera del Mundo o tocaba línea, uno volvía  a tratar de cerrar el cajón en su próximo turno. Si la teja caía en Culebrón o en el cajón de otra persona, ese jugador perdía el turno y tenia que empezar de nuevo. La ventaja de tener cajones a nombre de uno, era que siempre se  podía poner los dos pie en ese cajón. Sin embargo, los otros jugadores no podían pisar ese cajón. El juego terminaba cuando todos los cajones estaban cerrados y se hacía la suma de los valores numéricos de cada cajón (del 10 al 100) que cada jugador había obtenido. El que obtenía el mayor puntaje era el que ganaba. Algunos barrios realizaban campeonatos intercuadras y llegaban a la sofisticación de usar cajas para guardar las tejas.

Había el juego de la pirinola que era un trompito hexaédrico con mensajes en cada una de sus caras: como saca uno, pon 1, saca todos, ponen todos, ni saca ni pone, etc. y según la cara que caía luego de haberlo hecho girar, uno cobraba o perdía lo que la cara decía. Apostábamos palos de fósforos o fréjoles o centavos.

Un juguete muy ingenioso era el tractorcito hecho con un carrete de madera de hilo, al cual con una hoja de afeitar Gillette, y paciencia infinita, se le dentaban sus bordes, luego a uno de los bordes se le hacía una ranura a través de la diagonal, esa ranura servía de ancla para un palito de fósforos cortado del diámetro del carrete, el mismo que tenía sujetado en su punto medio una liga, atravesaba el eje del carrete hasta el otro extremo saliendo por una huacha o arandela hecha de una rodaja de una vela y terminando en un palito de madera más largo (como los que venían con los chupetes de caramelo) que hacía palanca contra el suelo, al enroscarse la liga, solo podía desenroscarse la misma haciendo girar al carrete de la manera mas eficiente que uno pudiera imaginar. Algún amigo aún más ingenioso, lo confeccionaba con carretes metálicos de películas fotográficas y obtenía de esa manera mayor tracción trepadora.

En cuanto a aventuras referidas al transporte una importante era gorrear tranvías. Había el Lima - San Miguel o el Lima - Callao (el más rápido) o el Lima Chorrillos (este viajaba por una tremenda pampa y chacra que ahora es el zanjón). Solíamos ir colgados de los peldaños del estribo donde era más difícil evadir al cobrador quien, si nos ampayaba, nos golpeaba los nudillos con el perforador de tickets. Más fácil era gorrear los acoplados, ya que eran más lentos y colocarnos entre los dos tranvías y nos agarrábamos de las rejillas protectoras de los faros (¡que miedo!). Ya más avezados también podíamos agarrarnos de la baranda del tranvía para que jale a la bicicleta que se manejaba con la otra mano.

Una actividad deliciosa era la de los patines, de los que los mejores eran los de marca Winchester con sus uñas, su llave en t para regular el tamaño y su correa. Si los zapatos de uno no tenían una buena suela, pues adiós zapatos. Solíamos hacer carreras de vuelta a la manzana o trencitos de forma que al dar la curva, el último salía disparado gracias a la inevitable ley centrífuga o podíamos remolcarnos por una bicicleta y ahí si que los accidentes eran congruentes con las velocidades vertiginosas que alcanzábamos. Otra manera de transportarnos era con  la patineta con timón alto y dos ruedas, pero la más popular era el carropatín, que era construido con ruedas de patines o rodajes usados (ya más cancheros en mecánica). Previamente se construía un bastidor de tablas y el tren delantero y trasero con pedazos de palos de escobas, la dirección se hacía sujetando los extremos del tren delantero con una soguilla, de esas que venían con las persianas, de manera que formaban una V con las manos del conductor, y los pies sujetaban también al tren delantero manteniendo la soguilla templada. La tracción era posterior: propulsión amigo, o delantera: propulsión bicicleta, con esta última llegábamos a grandes velocidades. Con el pasar de los años el chasis elemental se convertía en una verdadera cabina con asiento, techo y hasta su número pintado, mismo Fórmula 1.

Hacíamos también carreras de carritos de lata hechos en Hong Kong o Japón y cuando estos terminaban por desintegrarse, las carreras eran con chapitas (llenadas con cera para que fueran más pesadas), en circuitos pintados con tiza en las veredas. Otra forma de hacer carreras con ellas, era llenándolas con barro y una vez endurecido, usar el lado externo de la vereda (mas o menos hay unos 10 cm. entre el borde y una ranura hecha por el cemento) como pista de carreras y usando los dedos pulgar e índice para mandarlas lo mas lejos posible, sin que se caigan a la pista o salgan de la raya (este juego sería la raíz de las carreras de autos de pique o del cuarto de milla).

Confeccionábamos nuestros anillos con una punta de pedazo de vidrio con la cual le hacíamos un agujero a las pepas de melocotón  que luego lijábamos. Las pipas las hacíamos perforando los huayruros, que eran unas semillas rojinegras del tamaño de unos 2 cm., a los cuales les cortábamos uno de los extremos, le vaciábamos el contenido, y le ensamblábamos en el otro extremo, una carga metálica vacía  de bolígrafo previamente despuntada.

Empezábamos nuestras primeras letras en la preparalaolla (los nidos de antes) y el Mongol era el lápiz oficial, cuando ya avanzamos en el colegio usábamos pluma con su mango de palo, por lo cual en las carpetas había un sitio para el tintero. Ya con los progresos de la civilización apareció el lapicero Esterbrook o sus imitaciones, cuyas plumas tenían diversos números según el grosor de la punta, y la tripa cargaba la tinta, solía estropearse al cabo de un tiempo y había que cambiarla. Lo máximo en lapiceros fue la aparición de los Parkers con su armadura de metal alrededor de la tripa, con su pluma y tapa bañada en oro, si señor. La tinta líquida obligaba al uso de los secantes que solían usarse sueltos o con unas especies de sellos en forma de media luna, bastante grandes. Se compraban en las librerías o los regalaban los laboratorios médicos con sus propagandas impresas. Cuando aparecieron los lapiceros de tinta seca (los primeros fueron los Faber y Castell), no eran perfectos y se guardaban en el bolsillo interno en un estuche de plástico, si no manchaba la ropa. Estos bolígrafos malograron la caligrafía a muchos además de manchar los cuadernos. A propósito de cuadernos, los mejores eran los de tapa dura y con papel óptico de la librería Minerva.

Otro juego fascinante era el de formar figuras geométricas con una pita trenzada entre los dedos de las dos manos. Se formaban figuras como la cuna, o el pescado, o la escoba; el compañero a su vez cogía de determinados puntos nuestra figura y creaba otra nueva, retando con la nueva figura a que creáramos otra. Las combinaciones posibles nos parecían sencillamente inagotables, perdía quien ya no podía sacar ninguna figura nueva.

También hacíamos figuras de Origami tales como el soplamoco que era una figura hecha con papel doblado, que al pegarse contra una superficie sólida hacía un sonido fuerte, otra figura era el fuelle cuya forma era romboidal, y soplaba el talco que le metían adentro al extenderlo y contraerlo como un fuelle. Hacíamos también otra figura similar a la anterior pero en ella se coloreaban de distintos colores las caras de los rombos y al abrirse o cerrarse se cambiaban los colores.

Un juego bastante entretenido era la canga o palo chino. Para éste se cortaba un pedazo de palo de escoba de unos 50 cm. y luego pedazos de 10 cm., a los que se les rebajaba en sentido diagonal, y a lo largo, un cuarto de su volumen. Se le lijaba luego la base para que pudiera asentase en el suelo, a estos pedazos de madera los llamábamos palitroques. El palitroque era colocado en el suelo con la parte rebajada hacia abajo, de forma que con el palo chino se golpeaba la parte superior, elevándolo y en una segunda maniobra se le daba otro golpe y ganaba quien lo arrojaba más lejos, siendo la unidad de medida el mismo palo chino. Una variante era golpear previamente el suelo una a dos veces antes de darle al palitroque (ahora diríamos que era para darle mas caché al golpe). Opcionalmente los mejores jugadores tenían que dar más golpes previos del palo chino contra el suelo. Además de no ser muy difícil el juego, era delicioso el ruido que hacían los dos golpes sucesivos de madera.

El mes de Agosto nunca pudo ser de otra cosa sino el mes de las cometas, que hechas a mano o compradas han sobrevivido hasta hoy, peleándole el tiempo libre a los juegos de las computadoras. Era el mes de las cometas no sólo por el viento característico de esa época del año, sino porque las sacuaras, cañas con las que se fabricaban, estaban los suficientemente maduras y se podrían comprar en el mercado Central o Modelo o cosecharlas en todo un paseo al campo en las riberas de los ríos Chillón o Lurín. La primera cometa que  fabricábamos era la pava,  que no era muy buena voladora, pero de sencilla confección: una cruz y un rombo de papel contorneándola.  Construíamos el armazón con pabilo y se pegaba el papel con engrudo de harina, nos agenciábamos una cola hecha de medias viejas, toda la confección nos tomaba en el peor de los casos, una mañana entera para su confección. Luego buscábamos un parque sin árboles y con un amigo que la sostenía, echábamos al viento nuestras coloridas ilusiones. La siguiente cometa era el barrilete (inventado por el General chino Han Sin en el siglo II A. C.) y cuya confección requería de mayores destrezas geométricas, pero era mas estable que la pava, y si se le habían agregado a los bordes unos flecos de papel cometa, que al volar hacían un sonido precioso. Ya volando la cometa, podíamos hacer que cabeceara, o saludara o enviarle un papel a través del pabilo: una carta. Había quienes hacían guerra de cometas, con pedazos de vidrio amarrados a la cola, pero nunca participamos de dicho juego, ya que nunca nos pareció muy sensato darle ese final a todo el trabajo que nos había costado el fabricarla.

Si bien en el mes de Febrero habían tres feriados seguidos dedicados a los Carnavales (¡para feriados los de esa época!), el espíritu de los mismos duraba todo el mes: había los corsos (del Paseo Colón o de la Punta) presididos por un gordo que fungía del Rey Momo (que luego nos enteraríamos que no era un Rey sino el Dios Momo de los griegos que simbolizaba la burla o sarcasmo), luego las fiestas de disfraces del Lawn Tennis (con sus pica pica y serpentinas -que enrollábamos desde el centro hasta hacer un gran disco-) y los juegos mecánicos. Pero lo mejor era el juego con agua, ya sea por medio de globos de agua o con pistolas de agua, tiempo después apareció el agua marciana, que era un tipo de anilina, que pintaba de azul y que en pocos segundos al oxidarse con el aire desaparecía el color. También existía el chisguete de Colombina, que era una ampolla grande de vidrio, cuyo pico se cortaba y se le colocaba una válvula, con la cual se podía disparar a voluntad el cloruro de etilo perfumado de su interior, el mismo que al evaporarse en la piel de las víctima, generalmente damas, les producía frío y quienes para evitar que les caiga en los ojos usaban unos antifaces de plástico transparente sujetados con ligas. Además del juego con agua estaba el juego con harina, en dos modalidades. La primera era la matachola, que era una media que contenía harina en su interior, se le anudaba el extremo abierto, quedando una bolsa con tamaño y forma de una palta, con la cual golpeábamos a las mujeres, en particular a las empleadas domésticas, de ahí su nombre,  acción que las enharinaba y si era el golpe muy fuerte pues su moretón. El otro método era mas sofisticado, se llamaba el torpedo, para fabricarlo empleábamos un molde que era el extremo de un palo de escoba, al cual forrábamos mediante arte y oficio con papel cometa, y pegábamos con engrudo de harina, de manera que hacíamos un cilindro hueco de unos 10 cm. de largo, el torpedo se llenaba de harina y lo sellábamos. Equipados pues con torpedos, los arrojábamos desde lejos a las víctimas y al caer sobre ellas se rompían, enharinándolas con eficiencia.

En los primeros días de Diciembre sembrábamos trigo en unos vasitos o macetitas, de forma que para la Navidad las hojas habían brotado unos 10 cm. de alto, y las usábamos para adornar el nacimiento hecho de cartón piedra y figuras de yeso. A partir de la nochebuena a los Reyes Magos del nacimiento los comenzábamos a acercar cada día un poco al niño Dios de manera que el de 6 Enero llegaban donde al mismo. Ah y por supuesto que Papa Noel existía y era recontra responsable con la dejada de regalos a los pies de la cama en la noche buena. Cualquier sospecha sobre la irrealidad del mismo, era anulada por las grandes ventajas que daba su creencia.

También teníamos el juego del yo-yo,  habían los yo - yo Russell de madera y cuerda libre con los que hacíamos figuras como el columpio, vuelta al mundo, la catarata, etc. Existían campeonatos y a los mejores se los llevaban a los Estados Unidos, incluso vino una vez un equipo de Campeones Mundiales.

Los palitos chinos,  eran unos palitos de colores que se soltaban de un puñado, y había que sacar uno por uno sin mover ninguno, cosa que si sucedía, uno perdía su turno, y así sucesivamente, ganaba quien sacaba más palitos.

El juego de los yaxes, que tiene su antecedente histórico en un juego similar pero con bolas o piedritas, el cual es ya mencionado por Platón en el Diálogo con Fedro. El yax era una equis con sus cuatro puntas terminadas en bolitas y un eje que lo atravesaba por el centro de forma perpendicular, estaba hecho de plomo y posteriormente de plástico, además se usaba una bolita de jebe que tenía un superbote. Aunque era solo de mujeres, a veces lo jugábamos contra ellas pese a las palizas que nos daban en el mismo. Consistía en tirar los yaxes y al primer bote de la bola, se daba una palmada al suelo y se recogía un yax, a la siguiente tirada dos palmadas y dos yaxes, y así sucesivamente, ganaba quien recogía los 6 yaxes  en menos turnos. Cada complemento a la recogida de yaxes tenía su nombre: a la recogida sin palmada y un solo bote de bola se le llamaba chancho, si era igual pero con dos botes de bola se le llamaba levis, otra era el chancho con palmada o doble palmada, vuelta al mundo (arrojar la bola bien alto, y antes de que caiga, hacer un círculo con la mano en el aire), etc. Habían canciones que acompañaba al juego como: ...Estaba don Juan, jugando al catchascán, tira, bola, herrero caminífico, herrero con herrero a la triqui triqui tra).

Dentro de los juegos colectivos, mixtos o no, los que hasta ahora se juegan y que no requieren mayor descripción son el de matagente, la pega, las escondidas (¿se incluye ahora el ampay me salvo y el ampay salvo a mis compañeros?, ¿o las escondidas con parejas, algo porno?) y saltar la soga (cuyos orígenes se pierden en el tiempo) y que solía acompañarse de canciones como la de soltera casada: soltera, casada, viuda, divorciada, sin hijos, con hijos, con uno, con dos, con tres.., y se seguía saltando hasta cometer una falta, la misma que profetizaba el número de hijos que se iba a tener, sí que era muy maternal el mensaje subyacente en esta canción, (¡que salud reproductiva ni que ocho cuartos!).

Otros que posiblemente que ya no se juegan son:

Bata, que era una especie de béisbol simplificado, en el que en lugar del bate se empleaba la mano. No recordamos bien si la bola era de tenis, de jebe o hecha con medias.

La pega inmóvil o estatua, en el que quien la llevaba, trataba de coger a cada uno de sus compañeros y si lo lograba, el compañero debía quedarse paralizado en la posición que era tocado, si se movía era eliminado del juego.

Ladrones y celadores, en el que los ladrones tratan de desplazarse a través del patio y los celadores de tocarlos, una vez que el ladrón es tocado se convierte en celador y viceversa. Duraba por lo general los 15 minutos íntegros del recreo.

Hacer lo que hace el primaen la cual imitábamos a uno del grupo, que hacía de prima, y teníamos que imitarlo en todos sus malabares generalmente riesgosos.

La gallinita ciega, en el que hacíamos una ronda alrededor de un niño(a) con los ojos vendados y quien trataba de coger a alguien con las manos y reconocerlo por el tacto, previamente había un canto dialogado como: Gallinita ciega ¿Qué has perdido? - Una aguja y un dedal  -¿Dónde se te ha perdido? - En el arenal  -Yo t e los tengo y no te los quiero dar. Si se lograba reconocer al que estaba en la ronda, se convertía en gallinita ciega y viceversa.

Ponerle la cola al Burro que  se jugaba en los cumpleaños. En él cada uno de los niños con los ojos vendados trataba de ponerle la cola, sujetada con un chinche, a un burro dibujado en papel grande sujeto en una tabla. A quien acertaba se le daba un premio.

El chicote quemado, en el cual se escondía un palito al cual se la había amarrado una soguilla o un pañuelo con nudos y el que lo encontraba lo usaba como chicote para castigar a los demás que salían corriendo hasta la barrera para salvarse.

En el teléfono malogrado, se ponían los niños uno al costado de otro, y el primero de la fila la decía una frase (que previamente se había escrito en un papel) en el oído al siguiente, y así sucesivamente, luego se comparaba la versión inicial con la  última. La total diferencia entre ambas ocasionaba grandes carcajadas.

En el juego del matatiru tirulá, dos hileras de niños se acercaban mutuamente al mismo tiempo que una de ellas cantaba la canción: Buenos días su señoría matatiru tirulá, la otra fila respondía al mismo tiempo que las filas se alejaban: ¿que quería su señoría? matatiru tirulá, la fila inicial replicaba ( las filas volvían a acercarse y alejarse ante cada réplica o pregunta): yo quería uno de sus hijos (y señalaban a uno de la fila contrario) matatiru tirulá, luego le replicaban: ¿de que oficio lo pondría?  Matatiru tirulá, a lo que se le respondía algo así como: lo pondría de barrendero matatiru tirulá /; si este oficio era rechazado se cantaba ese oficio no me gusta matatiru tirulá /  o ese oficio si me gusta matatiru tirulá en caso contrario. Por lo general se proponían varios oficios "feos" (basurero, zapatero, etc.), y cuando se aceptaba el bonito (¡lo máximo era el de médico o abogado!) terminaba el juego.

En juego del huevo podrido, todos en ronda uno sale y corre por atrás dejando una prenda (¿un pañuelo?) detrás de uno de los niños, si el que lo dejó, llega a correr alrededor y tocarle antes de que se de cuenta que la prenda está en su espalda se convierte a su vez en el huevo podrido y tiene que entrar al centro de ronda.

También jugábamos a los trabalenguas como: El rey de Constantinopla/ está constantinopolizado / aquel que lo desconstantinopolice / un buen desconstanstinopolizador será. Era una manera muy eficaz de usar nuestra inagotable capacidad de juego para corregir cualquier dislexia en ciernes

El de adivinar quien de la ronda tiene la sortija entre las palmas: toda la ronda: -Tengo una sortija, ¿en cual mano está (bis)?/ Quién adivinaba: - Dame la sortija que en tu mano está (bis)/- Dame la sortija (bis)

En el juego del lobo estás: algún niño (a) se escondía tras una puerta haciendo de lobo, los demás hacían ronda cantando - Juguemos en el bosque mientras el lobo estás. ¿Lobo estás? El lobo respondía - Me estoy poniendo los pantalones (la camisa, las medias, etc.). Hasta que al final contesta: Ya estoy listo para comerlos. Y sale corriendo hasta coger a uno que hará a su vez de lobo.

En el juego del  ángel de la bola de oro y del diablo de la cola hasta la esquina: se escogen dos niños para que representen el ángel de la bola de oro y el diablo de la cola hasta la esquina, además hay un director de juego que le asigna nombres secretos de frutas  o de cintas de colores a cada uno de los niños restantes. Llega el ángel o el diablo y dice: - Tun, tun. - ¿Quién es? contesta el niño que dirige  - El ángel de la bola de oro o el diablo de la cola hasta la esquina (según sea el caso) -¿Qué busca?  - Una pera o una cinta de color azul (por ejemplo). Entonces el que dirige, pregunta: - ¿Quién es pera? Si hay un niño con ese nombre es llevado por el ángel, pero si no, le toca el turno al diablo. Luego cuando todos ya están divididos en bandos, se unen en una hilera con el ángel y el diablo en sus puntas y tiran cada uno para su lado, hasta que la hilera se rompe, gana el bando que tiene más niños en su lado. En esa época no sospechábamos nada, pero era sin lugar a dudas una fascinante metáfora de la lucha del bien contra el mal.

En el juego del Gran Bonetón: todos los niños están sentados en las sillas, uno hace de Gran Bonetón, y los restantes toman un color para identificarse. Inicia el juego el Gran Bonetón diciendo: -Al Gran Bonetón se le perdido unas copa de oro y dice que el Bonete Azul lo tiene. Si el Bonete Azul está atento dice: ¿Yo señor? - Si señor.  -No señor.  - Pues, ¿quién lo tiene?  -El Bonete Verde (y si el verde no está atento o alguien contesta por el, es castigado con el callejón oscuro en el cual hacen un túnel contra la pared entre todos y al pasar el castigado por él, lo golpean con las manos y rodillas (una especie de apanado) sin mucha brutalidad.

En el juego del lingo, uno de los amigos se doblaba apoyando sus manos en sus rodillas y luego lo saltábamos por encima abriendo las piernas, una variante era creemos el lingo con patada al poto o palmada en la espalda (¿penitencias?)

Para terminar existían los trencitos y las rondas con sus canciones. Cuando terminaba la canción los que hacían el arco sobre el trencito o estaban en el medio de la ronda determinaban que los que estaban debajo o enfrente de ellos para que pasen a ocupar su lugar y viceversa.

Acá algunas de las canciones y rimas:

La canción de Mambrú se fue a la guerra, se canta no sólo en el Perú, sino en todo el resto de América y Europa con diversas versiones. La más antigua data de 1709 luego de la Batalla de Malplaquet en que se le tuvo por muerto al legendario Jefe del Ejército Inglés General John Churchill (Conde de Marlborough y antepasado de Winston Churchill): Mambrú se fue a la guerra / chiribín chiribín que pena / Mambrú se fue a la guerra /  no sé cuando vendrá / tralalá tralalá / no sé cuando vendrá. / Si vendrá para la Pascua o para Navidad. (bis) / tralalá tralalá / o para Navidad. / Mambrú se ha muerto en la guerra / chiribín chiribín que pena / Mambrú se ha muerto en la guerra / y nunca más vendrá/ tralalá tralalá. Canción bonita y pegajosa, que cuando la rememoramos nos produce una serie de reminiscencias que nos transportan hasta nuestra maravillosa infancia.

Otra canción, que se ha incorporado a una canción criolla, era Si la Reina de España muriera: Si la Reina de España muriera / Carlos V quisiera reinar, / correría la sangre española / como corren las olas del mar. / Te daré, te daré / te daré te daré mi ilusión / Te daré, te daré prenda mía / los latidos de mi corazón.

En la ronda de Sobre el puente de Avignon, se cantaba: Sobre el puente de Avignon / Todos bailan, todos cantan. / Sobre el puente de Avignon / Todos bailan y yo también. / Hacen así, /así las lavanderas- las niñas simultáneamente hacían los ademanes de lavar ropa (aunque en la época actual sólo sería el ademán de apretar el botón de la lavadora) - Hacen así, / Así me gusta a mí / Hacen así / así las planchadoras, etc.

La rima de Mañana domingo la cantábamos los sábados para animar la llegadas del domingo: Mañana domingo / se casa la reina con un camarón / - ¿Quién es la madrina? / - Santa Catalina / - ¿Quién es el padrino? / - Don Juan Barrigón / ¿Quién toca el bombo? / - El negro bombón / - ¿Cómo lo toca? / - borom bom bom.

En las poquísimas veces que caía garúa en Lima, se cantaba la rima Que llueva, que llueva / la vieja está en la cueva/ Los pájaros cantan / las nubes se levantan / Que llueva, que llueva / mejor es que te vayas / que te vas a resfriar / (aunque creo que sólo cantábamos los dos primeros versos).

Felipito Felipón: Ron, ron, ron Felipito Felipón, / de quien es este ruido que oímos por ahí / somos los estudiantes que venimos a rezar / a una capillita de la Virgen del Pilar / con un pañuelo de oro, otro de plata / salga lo que salga por la puerta falsa.

La ronda de Teresa pone la mesa. Teresa pone la mesa / Señora tengo pereza / ¿con qué se le quitará? / con una gallina tiesa / del cielo cayó una pera / del techo un melocotón / entonces dijeron todos / que viva la reunión (el último verso era acompañado de aplausos y eufóricos saltos).

La ronda Que pase el rey: Que pase el rey / que ha de pasar / que el hijo del Conde se ha de quedar. La mima podía seguir con: el hijo del Rey pasó por aquí / comiendo maní / y a todos les dio / menos a mí / palo con palo / cucurucú / para que salgas tú.

La ronda del Hijo del rey: Pin pin, San Agustín / la ceca, la meca, la tortoleca / el hijo del rey pasó por aquí / comiendo maní /  y a todos les dio / menos a mí.

Tengo una muñeca: Tengo una muñeca de vestido azul, / con zapatos blancos y velo de tul / la llevé a la plaza y se me constipó / y la tengo en la cama con mucho dolor / Dos y dos son cuatro / cuatro y dos son seis / seis y dos son ocho  y ocho dieciséis / y ocho veinticuatro / y ocho treinta y dos / Brinca la tablita que ya me cansé / bríncala de nuevo / bríncala otra vez. Esta canción claro está, era cantada sólo por niñas.

La ronda de San Miguel: Vamos a jugar a la ronda de San Miguel, el que se queda al último se va a cuartel.

La ronda de la doncella del Prado: Doncella del Prado / que al campo saliste / a recoger flores de Mayo y Abril / yo soy la niñita / del Conde Laurel / que vengo a jugar / y no hallo con quien  / pues siendo tan bella no encuentras con quien / escoge a tu gusto, que aquí hay más de cien. Creemos que era la ronda más bonita, pero se jugaba poco, tal vez por efectos de la censura, ya que eso de que una niña lo eligiera a uno para jugar, nunca pudo dejar de ser más que un eufemismo.

Arroz con leche: arroz con leche me quiero casa / con una señorita de Portugal, / que sepa coser, que sepa bailar, / que sepa abrir la puerta para jugar. / Con esta sí, con esta no  / con esta señorita me caso yo.

Antón Pirulero: Antón, Antón / Antón Pirulero / cada cual, cada cual / que atienda su juego / y el que no lo atienda / y si es que no lo atiende / una prenda dará.

La gallina turuleca: La gallina turuleca, ha puesto un huevo, ha puesto dos...

El gato ron ron: Estaba el señor don gato ron ron / sentado en su tejado ron ron (bis) / estaba la señora gata ron ron / tejiendo la media media ron ron (bis).

Una canción interminable era la de Bartolo tenía una flauta: Bartolo tenía una flauta / con un agujero solo / y todos se divertían / con la flauta del Bar. Como otras canciones similares las cantábamos  en el bus en nuestros paseos escolares.

La canción de cuna Señora Santa Ana: Señora Santa Ana / porque llora el niño / por una manzana, que se le ha perdido / dígale que no llore, yo le daré dos / una para el niño y otra para vos. Causa en los infantes cierta reacción de desconcierto cuando descubren que existe una canción para que no lloren y se duerman de una vez.

Una canción que era paliativa de los golpes y heridas: potito de rana: sana sana / potito de rana / si no sana hoy / sanará mañana.

Otra era Dale a la mochila: Dale dale dale / dale a la mochila / con la piedra grande / con la chiquitita (al mismo tiempo que se iban dando suaves golpes a la cabeza)

Para retozar se usaba una adaptación del poema: Los maderos de San Juan del poeta colombiano José Asunción Silva (1865 - 1986): Aserrín, aserrán los maderos de San Juan / piden pan, no les dan / piden queso, les dan hueso, / piden ají, eso sí para que le pique el cuculí (y en ese momento se hacía cosquillas en el ombligo).

- o - o - o -

martes, 1 de diciembre de 2009

Informativo “El Pulpito”Edicion Nro 04


RESUMEN REUNION 26 DE NOVIEMBRE

 
 

Este  jueves  transcurrió tranquilo, pensando en la  fiesta de fin de año, el oferente fue Ricardo Torres Valverde quien dispuso un delicioso arroz con pollo, que la verdad fue

Una exquisitez de chuparse los dedos, como siempre hubo la respectiva cervecita helada y el  pisco a discreción, la guitarra del cuy Raúl (amigo de la Promoción), se hacia sentir con las distintas canciones del recuerdo y los valsecitos que ponían a mas de uno, medio sentimentalón.

El esperado reto, contrapunteo entre Challe Lezameta  versus Rubén Solorzano no se

Realizo, algunos decían que Challe había arrugado ante la calidad interpretativa y el sentimiento que Rubén sabe darle a sus interpretaciones, bueno, como quiera que el reto esta pendiente, este se debe realizar  cualquiera de estos jueves peñeros.

Este jueves  03 de diciembre el oferente será Willy Silva, quien nos demuestra que no por estar lejos (se encuentra en  EEUU)  se debe sustraer a la  oferencia y es mas a dispuesto un mejoramiento de rancho y deseamos la mayor concurrencia para este día.

Como ya es costumbre de 20.00 a 21.00 horas se juega fulbito, para tener al equipo afinado para participar en cualquier competencia deportiva que se presente.

La expectativa de la fiesta continúa, vamos a batir el record de asistencia, como bien sabemos, la atención y la calidad será de primera, el calor de la casa de Manuel Garay,

la orquesta de Roberto Milla, las muchas sorpresas que se darán esa noche, predisponen el animo para que la XXV promoción se estreche en un abrazo fraterno y renueve los lazos de amistad, haciendo un inventario de lo acontecido en este año que se va,  y marcando el paso de lo que nos proponemos hacer el 2010 en que celebramos cuarenta años de haber egresado de  nuestra Alma Mater.

Transcurrida la noche, siempre bajo las voces de Rubén  Solorzano, de Edgar Mestanza,

De Eduardo Uribe, de Franklin Sánchez, se entablo una competencia de cubilete, en donde Miguel Aranda demostró , junto a Jorge Santander por que obtuvieron medalla de oro en la ultima olimpiada en esta disciplina,  Franklin Sánchez,  Ricardo Torres, Raúl Zurita y el amigo de la Promoción Pérez (integrante de la 12 sección), no se quedaban  y trataban también de demostrar que eran buenos en el juego del  Callao 5 rayas.

Asistieron este jueves Abel Bustamante, Raúl Zurita, Iván Madueño, Juan Briceño, Manuel Garay, Luis Solari,  Jorge Santander, Carlos Montero, Eduardo Uribe, Rubén Solorzano, Ricardo Torres, Franklin Sánchez, Edgard Mestanza.

Haciendo fuerza y disponiendo lo mejor, la junta directiva de la XXV Promoción , continuara su trabajo en función, de que este 7 de diciembre, asistan a la fiesta tradicional de fin de año todos, absolutamente todos los integrantes de la promoción  Bodas de Plata.


 

Escribio,

 
 

  Luis Alberto Solari Bobbio

  Presidente de la XXV Promoción


Web: 
          www.cmlpxxvpromocion.com
Blog:            http://cmlpxxvpromocion.blogspot.com


 

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